No cabe duda de que esta frase es una contradicción en si misma y nos hace pensar que cualquier cambio no está en nuestras manos, ya que no todo depende de nosotros, mas bien son nuestras circunstancias, externas y fuera de nuestro control las que nos condicionan.


Sin ánimo de entrar en discusiones filosóficas al respecto, tanto en lo que somos como en lo que hacemos y nos ocurre, influyen factores que a veces se escapan a nuestro control, sin embargo todavía hay mucho que podemos hacer para superar las situaciones que nos hacen infelices, ya sean limitaciones personales, problemas de relación, etc.


Me gustaría poder compartir con vosotros algunos artículos sobre temas que nos afectan a muchos y que para algunos representan un problema, en mayor o menor medida. En algunos casos un problema puede llegar a limitar la vida y a producir sufrimiento propio y de los que nos rodean.


Recuerda que:


La felicidad humana generalmente no se logra con grandes golpes de suerte, que pueden ocurrir pocas veces, sino con pequeñas cosas que ocurren todos los días. Benjamin Franklin

domingo, 5 de febrero de 2012

¿QUÉ ES EL ESTRÉS? ¿PODEMOS CONTROLARLO?


Alejandro es un alto ejecutivo de una empresa multinacional, cada día se levanta a las 06,30 h. de la mañana, después de una ducha rápida y un café con leche se dirige en su coche a su oficina en el centro de la ciudad, esa mañana tiene una reunión importante con un grupo inversor, terminará a las 13.00 h. su vuelo para Berlín sale a las 16.00 h. a la llegada al hotel tiene que repasar la conferencia que impartirá al día siguiente en el Congreso de Novedades y … Este individuo parece el ejemplo típico de personaje estresado, listo para caer en las garras de todo lo que estrés significa, pero antes deberíamos saber ¿qué es el estrés? ¿A quienes afecta? y lo más importante de todo ¿debemos eliminarlo? o ¿cómo podemos controlarlo?

Respecto a la primera pregunta, aunque solemos pensar que el estrés es malo “es necesario porque sin él no estaríamos vivos”, el estrés surgió hace miles de año, como un mecanismo para sobrevivir en situaciones extremas, en el pasado el hombre se enfrentaba a amenazas diferentes a las nuestras, ahora nuestro entorno es bastante distinto y las amenazas son otras, no obstante el estrés continua siendo una respuesta de nuestro organismo a una situación que el cerebro interpreta como amenazante. Pudiera ser un atasco de tráfico o una reunión con tu jefe, el cerebro reacciona igual que si te estuviera persiguiendo un león hambriento.

La neurocientífica canadiense Sonia Lupien, fundadora del Centre for Studies on Human Stress en el Douglas Hospital de Montreal, Canadá, menciona que para que el estrés se produzca se tienen que dar alguna o varias de las siguientes circunstancias:

Novedad, lo que nos pasa es nuevo.

Impredecibilidad, no lo esperábamos.

Falta de control de la situación.

Amenaza para nuestra personalidad, alguien cuestiona algo respecto a nuestra valía, capacidad, etc.

Cuantas más de estas circunstancias se den en una situación, mayores serán las posibilidades de desarrollar estrés.

Teniendo en cuenta los factores anteriores, a todos nos afecta el estrés, tanto jóvenes, como ancianos, trabajadores, estudiantes y amas de casa. Las situaciones nuevas y cambiantes, para muchas de las cuales carecemos de recursos para controlarlas, nos someten a estrés a todos.

Sin embargo no todos reaccionamos de la misma forma ante las mismas situaciones, en estudios de laboratorio se ha encontrado que los hombres son tres veces más reactivos ante las amenazas que implican estrés que las mujeres. Parece ser que es nuestra forma de interpretar y pensar sobre lo que nos ocurre, lo que determinará cómo experimentaremos el estrés y si seremos capaces de controlarlo, si esa será una experiencia negativa o por el contrario será positiva y nos hará crecer como personas.

Antes decíamos que el estrés es necesario porque permite que podamos enfrentarnos a las situaciones amenazantes, dota a nuestro organismo de los recursos físicos y mentales para pode huir y/o reaccionar. El problema se produce cuando el estrés se cronifica e intensifica en el tiempo, entonces nuestra salud física y mental se ve afectada, y nuestro desempeño laboral, académico y social se resienten.

La Organización Mundial de la Salud predice que para el año 2020 la depresión relacionada con el estrés crónico será la segunda causa de invalidez en el mundo.

Los síntomas de estrés son de tipo emocional: ansiedad, irritabilidad, miedo, confusión, cambios del estado de ánimo; a nivel cognitivo: dificultad para concentrarse y tomar decisiones, excesiva autocritica, preocupación por el futuro, olvidos frecuentes, miedo al fracaso; de conducta: llantos, reacciones impulsivas, trato brusco a los demás, aumento en el consumo de tabaco, alcohol, fármacos, comer de forma compulsiva, falta de apetito; a nivel físico: contracturas, problemas de cuello o espalda, palpitaciones, temblores, manos frías o sudorosas, problemas digestivos, gripes, infecciones, dolor de cabeza.

¿Qué hacer ante el estrés?


No siempre podemos evitar las situaciones generadoras de estrés, además no deberíamos hacerlo porque muchas de las nuevas situaciones que se nos presentan, serán desafíos que nos hacen mejorar en distintas áreas de nuestra vida. Lo que si debemos es controlar/evitar el estrés crónico. Se ha comprobado que el apoyo social es la mejor protección contra el estrés, el contar con una red social cercana, tener buenas relaciones familiares y amistosas ayudan a superar las situaciones de estrés. Hay además muchas estrategias que ayudan a controlarlo:

Aprender a relajarse: dedicar unos minutos al día para realizar actividades que te permitan renovarte física y mentalmente, descanso, algún deporte, actividades de ocio, técnicas de relación.

Comer y dormir bien: el sueño es reparador, dedica el tiempo necesario al descanso. Una alimentación equilibrada también ayuda, evita el consumo excesivo de alcohol, bebidas excitantes, tabaco y fármacos.

Hacer ejercicio físico: según tu edad y circunstancias, practica algún deporte o camina regularmente, ayuda a liberar tensiones y propicia la liberación de endorfinas que provocan sensaciones placenteras.

Ser asertivo: establece límites, aprende a decir “no”, expresa tus sentimientos, tus derechos, tus necesidades sin amenazar a otros.

Organizar bien el tiempo: estructura tus actividades, establece las prioridades, elimina lo superfluo.

Separar el trabajo de la vida personal: hay un tiempo para cada cosa, no te lleves trabajo a casa, aprende a desconectar.

Anticíparte y prepárarte: hay situaciones estresantes, por ejemplo una entrevista de trabajo, ante las que nos podemos preparar, imaginar la situación, practicar las respuestas a las posibles preguntas, etc. si hacemos esto nuestra sensación de control será mayor y evitaremos un exceso de estrés.

Intentar tener expectativas realistas: esperar demasiado de nosotros mismos o de los demás, exigir perfección y ser inflexibles puede generarnos frustración.

Aprender a comunicarse: compartir emociones, pensamientos, metas … con nuestra pareja, hijos, padres, amigos … nos ayudará a sentirnos mejor. Hablar de nuestros problemas con personas de confianza alivia muchas de las tensiones internas.

Desarrollar una actitud positiva: es fundamental para la vida, intenta ver lo bueno de cada situación, recompénsate cuando te enfrentes a un reto y lo superes.

Puede que en algunas ocasiones, a pesar de todo tu esfuerzo, la situación te supere y necesites ayuda extra, además del apoyo social que recibas de tu entorno cercado, recuerda que hay profesionales de la salud, psiquiatras y psicólogos que mediante el uso de distintas técnicas de intervención cognitiva, te podrán ayudar a reconocer y superar esa situación. Pide ayuda, conocer qué hacer y ponerlo en práctica te ahorrará mucho sufrimiento innecesario ahora y te ayudará en el futuro a enfrentarte a nuevas situaciones en mejores condiciones.

Volviendo al principio me gustaría dejaros una frase de Eduardo Punset:

“Al cerebro le da absolutamente igual que la amenaza provenga de un mamut lanudo gigantesco o de un atasco de tráfico, porque el estrés es el mismo. Y lo que se pone en marcha, la respuesta del estrés, es idéntica. Al cerebro le da igual. Y lo que no nos puede dar igual es no enterarnos de por qué estamos estresados.”

Psicología para el día a día