No cabe duda de que esta frase es una contradicción en si misma y nos hace pensar que cualquier cambio no está en nuestras manos, ya que no todo depende de nosotros, mas bien son nuestras circunstancias, externas y fuera de nuestro control las que nos condicionan.


Sin ánimo de entrar en discusiones filosóficas al respecto, tanto en lo que somos como en lo que hacemos y nos ocurre, influyen factores que a veces se escapan a nuestro control, sin embargo todavía hay mucho que podemos hacer para superar las situaciones que nos hacen infelices, ya sean limitaciones personales, problemas de relación, etc.


Me gustaría poder compartir con vosotros algunos artículos sobre temas que nos afectan a muchos y que para algunos representan un problema, en mayor o menor medida. En algunos casos un problema puede llegar a limitar la vida y a producir sufrimiento propio y de los que nos rodean.


Recuerda que:


La felicidad humana generalmente no se logra con grandes golpes de suerte, que pueden ocurrir pocas veces, sino con pequeñas cosas que ocurren todos los días. Benjamin Franklin

jueves, 28 de marzo de 2013

TODOS MENTIMOS - DETECTANDO MENTIRAS

Mentir, engañar, faltar a la verdad, ocultar datos, disfrazar las cosas … si entrar en el juicio moral o la consideración religiosa, respecto a lo reprobable o no de mentir, lo cierto es que todos mentimos, en mayor o menor medida y por distintas razones. No me refiero a los mentirosos compulsivos, también llamados mitómanos, hablo de personas normales, sin ningún trastorno de personalidad, de todas las edades y condición social.
 
Mentimos por diferentes causas: por deseabilidad social, consciente o inconscientemente deseamos presentar una imagen mejor de nosotros mismos y solemos ocultar lo que no nos favorece; en otras ocasiones mentimos para evitar males mayores, las llamadas mentiras piadosas, nos convencemos de que decir la verdad causaría más daño que evitarla; en otros casos una mentira nos supone una ventaja importante o nos evita un problema, sin aparentemente, causar daño a nadie. Recuerdo cuando era niña, que mi madre utiliza cocos o monstruos para convencerme de que debía irme a la cama, para que acabara mi comida o evitar que entrará en ciertas zonas que ella creía peligrosas.

En nuestro día a día, nos encontramos en situaciones en las que puede ser útil poder detectar si otros nos están mintiendo. A nivel científico, el método más conocido para detectar mentiras es el polígrafo, que consiste en un medio por el que se detectan ciertos cambios fisiológicos corporales, como el cambio en el ritmo cardiaco y la temperatura, aunque no se considera como prueba en los juicios, porque puede ser engañado por un mentiroso experto.
 
No siempre es fácil percibir cuando alguien está mintiendo, pero hay una serie de cosas que nos pueden ayudar a detectar mentiras:
 
Las expresiones faciales son determinantes. Ojos que no miran al interlocutor, como temiendo ser descubiertos. Emociones fingidas, mostrar una sonrisa, rabia o tristeza, cuya expresión resulta incompleta. En el caso de la sonrisa fingida, movemos labios y boca, manteniendo inmóviles otros músculos faciales de ojos y frente que SI intervienen en una sonrisa verdadera.
 
Gestos de manos y cuerpo. Cuando mentimos solemos taparnos la boca, tocárnosla o rascarnos la nariz. Algunas personas, muestran un excesivo movimiento de manos, se las frotan y apretan. La postura corporal también suele variar, nuestro cuerpo se pone rígido durante la mentira, para volver a relajarse, soltarse los hombros justo después de ella, cuando ya ha pasado el momento de tensión.
 
Incongruencia, entre lo que decimos y lo que nuestros gestos muestran, más del 70% de la comunicación es no verbal, podríamos estar diciendo que SI con la boca y nuestra cabeza moviéndose de izquierda a derecha, contradiciendo nuestras palabras.
 
La inflexión y el tono de la voz varía, generalmente bajamos la voz cuando decimos una mentira, luego nuestra voz vuelve a la normalidad. En algunos casos y cuando el mentiroso siente que le han descubierto o ha tenido tiempo de preparar la mentira, hace lo contrario, habla más alto de lo normal, para dar firmeza y convicción a sus palabras.
 
Tragar saliva, es otra muestra de nerviosismo, cuando mentimos lo hacemos de una manera más continua.
 
La forma de responder a las preguntas. Cuando nos sorprenden con una pregunta sencilla a la que no tenemos respuesta cierta, por ejemplo: ¿dónde estuviste anoche? solemos repetir la pregunta, o parte de ella, para ganar tiempo y pensar qué decir. 
 
El tiempo de latencia, cuánto tardamos en responder, generalmente respondemos más deprisa cuando decimos la verdad que cuando mentimos, aunque esto variará si se ha tenido tiempo de preparar la respuesta, una mentira planeada, en ese caso la respuesta es rápida y con más explicaciones. 
 
Dar demasiadas explicaciones, la mentira produce ansiedad, solemos dar largas explicaciones, justificaciones, queriendo demostrar nuestra inocencia a toda costa. 
 
Palabras que se usan. Los mentirosos evitan pronombres en primera persona como mi o mío, además usan más palabras sobre emociones negativas como triste, odio…y las expresiones son más exageradas, por ejemplo: dicen estupendamente en lugar de estupendo, te quiero muchísimo en lugar de te quiero.
 
Ante el peligro, a ser descubiertos, la amígdala (sistema límbico/emocional) da la orden al cerebro de refrigerar el cuerpo, la piel de la cara se vuelve más blanca al comprimirse los capilares y la frente se muestra sudorosa.
 
Científicos de Psicología Experimental de la Universidad de Granada han demostrado el llamado “efecto Pinocho”, cuando se miente, no crece la nariz, pero si cambia su temperatura, se eleva o disminuye, este efecto se ha comprobado mediante termografia, una técnica que mide la temperatura de los cuerpos.
 
Nuestra habilidad para detectar mentiras y nuestro conocimiento de la persona, de su modo habitual de comportarse y sus reacciones, serán una gran ayuda cuando nos enfrentemos a situaciones en las que creemos que nos están mintiendo. Lo que hagamos a partir de ese momento, será una decisión personal, en función de la importancia de la situación, de cómo somos... ¿Le haremos saber a nuestro interlocutor que le hemos pillado? ¿Miraremos para otro lado pensando que la situación no es tan importante? o ¿qué pese a todo nos interesa seguir “engañados”? ¿Pensaremos que tal vez las cosas no son lo que parecen y cambiaremos de tema?.
 
En algunas culturas, lo verdaderamente importante no es el hecho en sí mismo, sino la ocultación de la situación, algo así como decir: no importa que me robes, que hayas cometido una infracción, que seas infiel, que copies en los exámenes o cualquier otra cosa PERO NO ME ENGAÑES dímelo, no lo ocultes. ¿Es más grave la ocultación que la falta? ¿Quién tiene derecho a saberlo? ¿Cuál es el propósito de la confesión?.
 
“En este mundo traidor, nada es verdad ni mentira, todo es según el color, del cristal con que se mira» Ramón de Campoamor




 
 

 

Psicología para el día a día