No cabe duda de que esta frase es una contradicción en si misma y nos hace pensar que cualquier cambio no está en nuestras manos, ya que no todo depende de nosotros, mas bien son nuestras circunstancias, externas y fuera de nuestro control las que nos condicionan.


Sin ánimo de entrar en discusiones filosóficas al respecto, tanto en lo que somos como en lo que hacemos y nos ocurre, influyen factores que a veces se escapan a nuestro control, sin embargo todavía hay mucho que podemos hacer para superar las situaciones que nos hacen infelices, ya sean limitaciones personales, problemas de relación, etc.


Me gustaría poder compartir con vosotros algunos artículos sobre temas que nos afectan a muchos y que para algunos representan un problema, en mayor o menor medida. En algunos casos un problema puede llegar a limitar la vida y a producir sufrimiento propio y de los que nos rodean.


Recuerda que:


La felicidad humana generalmente no se logra con grandes golpes de suerte, que pueden ocurrir pocas veces, sino con pequeñas cosas que ocurren todos los días. Benjamin Franklin

sábado, 15 de noviembre de 2014

DEL EGO, VANIDAD, ORGULLO… A LA AUTOESTIMA


“Vagaba cierto día un lobo por lugares solitarios, a la hora en que el sol se ponía en el horizonte. Y viendo su sombra bellamente alargada exclamó: ¿Cómo me va a asustar el león con semejante talla que tengo? ¡Con treinta metros de largo, bien fácil me será convertirme en rey de los animales!...” así comienza un cuento infantil, que como siempre encierra una moraleja.

En pleno siglo XXI el culto a la personalidad ha llegado a ser un punto clavo de nuestra cultura, dentro de este encontramos el ego, la vanidad, el orgullo y otras manifestaciones, que aumentadas de grado pueden causarnos problemas.

Comencemos por el ego, para la psicología es la instancia psíquica a través de la cual el individuo se reconoce como yo y es consciente de su propia identidad. El ego, por lo tanto, es el punto de referencia de los fenómenos físicos y media entre la realidad del mundo exterior, nuestros ideales e instintos.

Coloquialmente hablando, el ego se considera una valoración excesiva de uno mismo. Podríamos decir que alguien tiene un ego elevado cuando se considera el mejor en alguna capacidad o función y a menudo se centra en sus logros, habilidades o capacidades… no prestando atención a las otras personas. Estas personas necesitan el reconocimiento de los demás de manera permanente. El egocentrismo puede derivar en patología, convirtiéndose en un Trastorno Narcisista de la Personalidad en el que el individuo sobreestima sus habilidades y tiene una necesidad desmedida de afirmación y admiración. 

En el mundo actual, existen condiciones facilitadoras para que este rasgo se presente con más frecuencia, en muchos círculos, es habitual clasificar a las personas en ganadoras y perdedoras. Las primeras consiguen la admiración de los demás, rasgo narcisista fundamental, y las segundas producen compasión e incluso rechazo o indiferencia.

Curiosamente, los egocéntricos suelen ser bastante inseguros y solitarios y tienen una baja autoestima, que les hace buscar adulación permanente. Deportistas y artistas famosos son proclives a padecer esta patología. También se encuentran claros ejemplos de egocentrismo desmedido y narcisismo, en personajes del mundo empresarial y la política.

Y el orgullo, ¿qué es? En el extremo negativo, definiríamos como una persona orgullosa, a aquella que tiene un exceso de confianza en ella misma. Todo cuanto hace y dice, piensa que es perfecto. Suelen costarles mucho perdonar a otros porque consideran que son los demás quienes se han equivocado y deben ir a ellos y pedirles perdón. En muchos casos, estas personas utilizan el orgullo como un escudo o armadura para tapar el sentimiento de inferioridad que padecen.
Carl Jung decía que “a través del orgullo nos engañamos a nosotros mismos”, refiriéndose al autoengaño como medio de protección contra el miedo que produce reconocer los propios errores.

Todos manifestamos cierta medida de orgullo, por algo que hicimos bien, por superar un reto o conseguir algo importante, esto es adecuado y positivo, el problema sólo aparece, cuando creemos que eso que hemos conseguido, nos permite pisotear o insultar al resto de personas de nuestro alrededor.

¿Qué podemos decir de la vanidad? Según el diccionario sería: cualidad de vano, arrogancia, presunción, envanecimiento, vana representación, ilusión o ficción de la fantasía. La vanidad aparece en nuestras vidas constantemente, de hecho forma parte de un mecanismo íntimo y universal en los humanos.

Maslow, en su pirámide sobre las necesidades humanas, después de la satisfacción de las necesidades fisiológicas básicas, de salud y seguridad, situaba las necesidades de pertenencia, de reconocimiento y finalmente de autorrealización, y la satisfacción de esa necesidades están salpicada de vanidad. La vanidad es capaz de movilizar muchos recursos y energías.

Toda esta avalancha de rasgos deseables o indeseables en función de su grado y manifestación, nos lleva a preguntarnos ¿qué es en realidad la autoestima? Y ¿para qué la necesitamos? Podríamos definirla como: La capacidad que tiene la persona de valorarse, amarse, apreciarse y aceptarse a sí mismo. Es la conciencia de la propia valía e importancia y la asunción de la propia responsabilidad hacia nosotros mismos, de la construcción de nuestra vida y hacia nuestras relaciones intrapersonales e interpersonales. Pero no es autoevaluación grandiosa, por ejemplo lo que manifiestan la personalidad narcisistas o estados maníacos.
Elementos ligados a la Autoestima:

El auto-concepto. La opinión que tenemos de nosotros mismos, como nos vemos.

El auto-respeto. Es un trabajo indispensable para vivir en armonía con uno mismo y con los demás. Necesitamos respetartarnos y aceptarnos.

El auto-conocimiento. Lo que sabemos de nosotros mismos, de nuestros activos y pasivos, debilidades y fortalezas, limitaciones. El conocimiento de nuestras emociones

La autoestima la necesitamos porque nos ayuda, a sentirnos bien, a tener paz interior, seguridad, y autoeficacia. También es clave para desarrollar lo mejor de nosotros mismos, autorealizarnos y conseguir objetivos y metas.

Es responsabilidad de cada uno de nosotros, dirigir nuestras propias vidas de una forma adecuada que nos facilite un normal desarrollo, la integración y adaptación en nuestro entorno familiar, social y laboral. Podemos mejorar y crecer como personas, desarrollando nuestras habilidades y fortalezas individuales, y corrigiendo los rasgos indeseables, para ello, tómate tiempo y repasa tus reacciones, actitudes, qué estás haciendo y qué es lo que te gustaría hacer.

"Todo hombre puede ser, si se lo propone, escultor de su propio cerebro." Santiago Ramón y Cajal.

Psicología para el día a día