El concepto veraneo o vacaciones, se desarrolló en Europa durante el siglo XVIII, originalmente eran la realeza y los nobles quienes al llegar el verano trasladaban su residencia a quintas y castillos, donde podían cazar, bailar y disfrutar de los placeres de la vida. Para el siglo XIX se hizo habitual, entre las clases más pudientes, ir a la costa para “tomar las aguas”. En España fue bien entrado el siglo XX cuando se popularizó entre la clase media, pasar unos días de vacaciones en el pueblo, la playa o la montaña.
Del lujo de unos pocos, en sus primeras etapas a la masificación de las vacaciones, han pasado muchos años y también han cambiado las costumbres, lugares y hábitos durante ese periodo.
Pero ¿son en realidad necesarias las vacaciones o se trata de una moda, ya de largo recorrido, sin más?
Durante el año, la rutina del día a día, puede llegar a afectar nuestro trabajo y nuestras relaciones, además el exceso de obligaciones pueden producirnos estrés, esto hace recomendable un cambio de escenario, un cambio de actividad que nos permita descansar de los compromisos habituales y disponer de unos días de vacaciones.
Como en todas las cosas, necesitaremos un periodo de transición para ir bajando el ritmo de actividad y adaptarnos al nuevo escenario, para luego ir subiendo nuestra actividad según deseemos, sin prisas ni agobios, y planificar qué hacer sin que ello suponga una nueva fuente de angustia y presión.
El tiempo libre que tenemos ante nosotros, podemos interpretarlo como una oportunidad para cuidarnos, para curarnos en salud. El lugar al que ir y qué hacer, dependerá de nuestro gusto y circunstancias, pero lo más importante es el cambio de ritmo y la flexibilidad en todo.
Poder olvidarnos de despertadores, agendas e incluso el móvil del trabajo, tiene un efecto relajante, nos ayuda a desconectar. Al no tener que seguir un horario fijo, podemos variar la hora de acostarnos y levantarnos, comer a diferente hora ... También podemos vestir ropa más informal, aprender a estar ociosos, disfrutar de las oportunidades que se nos ofrezcan, visitar algún lugar desconocido, conocer a nuevas personas, practicar nuestro deporte favorito e incluso probar con alguno nuevo. En definitiva podemos hacer cosas diferentes de las que habitualmente hacemos durante el año.
Divertirse es sano y contribuirá a tener una vida más saludable, aprovechar estos días de vacaciones nos ayudará a aparcar preocupaciones, combatir obsesiones y paliar un poco la depresión que a veces nos afecta.
Algunas investigaciones con hombres de mediana edad, han constatado que el riesgo de desarrollar enfermedades coronarias se reduce en un 20% y el de muerte en un 30%, cuando se dispone de un periodo de descanso fijo al año. Todos conocemos personas con éxito en el trabajo y en la vida que no son capaces de desconectar y tomarse unos días de asueto y que lamentable han acabado sufriendo problemas de salud que tal vez podrían haberse evitado.
¿Qué papel ocupa la familia en vacaciones?
Muchos de nosotros pasamos las vacaciones en familia, resulta muy difícil encontrar un lugar que les guste a todos, tanto a niños como a padres, incluso entre la pareja pueden existir diferentes gustos. Antes de comenzar el viaje conviene llegar a un acuerdo, buscar lugares que permitan actividades del gusto de todos y cierta movilidad de los distintos miembros de la familia. No siempre se comparten los mismos hobbies pero debemos intentar disfrutar de las vacaciones sin que ningún miembro de la familiar quede anulado, lo que produciría discusiones y malestar.
Durante estos días disponemos de tiempo para prestar más atención a nuestra familia, conversar con ellos y hacer cosas juntos, es cierto que la convivencia produce conflictos inevitables, pero resolverlos puede ser enriquecedor y nos ayudará a mejorar la relación
En nuestro tiempo libre elaboramos proyectos sobre qué queremos hacer con nuestra vida, planeamos cambios y soñamos con conseguir metas, pocas semanas después nos incorporaremos a nuestra realidad, con el capital de descanso y los buenos recuerdos que hayamos podido acumular en las vacaciones y deseando que vuelvan de nuevo.
Lejos de ser un lujo inasequible al alcance de unos pocos, las vacaciones son una necesidad para "poder seguir con nuestra vida", un cambio de ritmo necesario que nos refresca y renueva nuestras fuerzas, si todavía no has podido disfrutar de ellas, al menos dedica unos días a hacer algo distinto, algo que te apetezca, seguro que te sentirás mucho mejor.
“Si es bueno vivir, todavía es mejor soñar, y lo mejor de todo, despertar” - Antonio Machado