Como continuación al artículo anterior, en el que clasificaba por aplicaciones, familias y principios activos a los psicofármacos, me gustaría añadir más aspectos sobre estas supuestas “píldoras” de la felicidad, cuyo consumo sigue aumentando en nuestra sociedad tan dada a medicalizar cualquier reacción emocional normal ante un acontecimiento adverso.
¿Qué son?
Desde el punto de vista científico, los psicofármacos son sustancias químicas naturales o sintéticas, que presentan una acción específica sobre el psiquismo, los fármacos que afectan específicamente las funciones del Sistema Nervioso Central (SNC), compuesto por el cerebro y la médula espinal, se denominan psicoactivos, porque pueden modificar la actividad mental. Actúan sobre diversas áreas psíquicas, pudiendo afectar al estado de consciencia, la psicomotricidad, la afectividad, la conducta y alterar la percepción sensorial. Pueden también inhibir el dolor, actuando sobre otros órganos y sistemas corporales en distinto grado.
¿Cómo actúan los psicofármacos?
Muchos de los medicamentos que habitualmente usamos, reducen los síntomas de una enfermedad sin curar la causa, cuando tenemos fiebre por un proceso infeccioso y tomamos una aspirina, conseguimos que la fiebre baje, pero no curamos la infección, tan solo reducimos el síntoma.
Los psicofármacos frecuentemente actúan por control de síntomas, es decir no curan la enfermedad mental, pero casi siempre ayudan a la persona que sufre ese problema a poder llevar una vida más normal y a que no se sienta tan oprimida por el dolor o la tristeza, o en el caso de las psicosis, evitar las molestas voces en su cerebro. En algunos casos parecen conseguir la curación de la enfermedad.
Estas sustancias psicoactivas, actúan interviniendo sobre los neurotransmisores (la química cerebral), generando estados de ánimo artificiales que contrarrestan síntomas como el estado de ánimo negativo. La estructura química de las sustancias psicoactivas es muy similar a la de ciertos neurotransmisores u hormonas del Sistema Nervioso Central, pudiendo alterar temporalmente el funcionamiento del organismo humano, ya sea favoreciendo (agonistas) o impidiendo (antagonistas) la acción de los receptores celulares. Algunos reducen la concentración de neurotransmisores en la sinapsis (lugar de las neuronas donde se produce el impulso nervioso), mientras que otros aumentan la concentración sináptica de neurotransmisores por diversos mecanismos, además otros psicofármacos impiden el efecto de los neurotransmisores, bloqueando los receptores sobre los que actúan.
Lamentablemente, muchos aspectos de las enfermedades mentales no se pueden explicar únicamente por las alteraciones de los neurotransmisores, por lo que algunos psicofármacos parecen tener otros mecanismos de acción.
Los psicofármacos suelen clasificarse en tres grandes grupos:
Neurolepticos o antipsicóticos: se emplean fundamentalmente en el tratamiento de psicosis como la esquizofrenia, la fase maníaca de la psicosis maniaco-depresiva (psicosis bipolar) y las psicosis producidas por el consumo de drogas. Se emplean también en el tratamiento sintomático de estados de agitación y delirio agudo, en estados de confusión y en algunos casos de dolor crónico. En principio, todos los neurolépticos son eficaces y la elección de uno u otro, dependerá de la respuesta previa del enfermo al fármaco y de los efectos adversos que pueda presentar. Algunos tienen una acción de efecto prolongado y podrían ser más eficaces para problemas crónicos.
Ansiolíticos: se utilizan para aliviar o suprimir el síntoma de ansiedad, sin producir sedación o sueño. Actualmente los más utilizados son las benzodiacepinas y la buspirona. Las benzodiacepinas tienen un efecto ansiolítico, hipnótico-sedante (ayuda a tratar el insomnio), relajante muscular y anticonvulsivo. La buspirona es un ansiolítico puro, sin apenas efectos hipnóticos o tranquilizantes, necesita de 2 a 3 semanas para hacer efecto y en general es menos eficaz que las benzodiacepinas.
Antidepresivos: se usan en el tratamiento de todas las formas de depresión, en general responden mejor a las depresiones endógenas. En los estados depresivos suele haber una baja concentración de neurotransmisores en las sinapsis neuronales, especialmente de noradrenalina y serotonina. Los fármacos antidepresivos tienden a elevar la concentración de neurotransmisores en las sinapsis. Alrededor del 80% de todas las depresiones responden al tratamiento farmacológico. El tratamiento debe mantenerse durante 4-6 meses y retirarse de forma gradual, ya que si se suspende antes o de forma brusca, hay un gran riesgo de recaídas.
Tratamiento con psicofármacos
El médico antes de prescribir el tratamiento con psicofármacos tendrá en cuenta distintos factores como: el estado clínico actual de paciente, el diagnóstico, la historia clínica del paciente y los objetivos que se quieren lograr con la terapia farmacológica. En base a esos factores recomendará el fármaco y la dosis que considere más idónea para aliviar los síntomas del paciente.
Hay personas con depresión o ansiedad que pueden necesitar medicación durante meses y luego no volver a necesitarla. Otras personas con trastornos como esquizofrenia o trastorno bipolar o en casos de depresiones recurrentes, tendrán que tomar medicación de forma indefinida.
¿Qué efectos producen?
Cómo cualquier otro fármaco, los psicofármacos no producen el mismo efecto en todo el mundo. La respuesta puede ser más rápida y efectiva en algunas personas que en otras. El médico puede comenzar por un medicamento y cambiarlo por otro o cambiar las dosis si considera que el efecto terapéutico no es el deseado.
Entre los efectos más comunes que se producen, estarían la tolerancia, si una persona usa el mismo fármaco durante mucho tiempo puede necesitar dosis más elevadas para lograr el mismo efecto, asimismo algunos psicofármacos producen dependencia física o la imperiosa necesidad de tomar el medicamento para prevenir la aparición de síntomas molestos o el síndrome de abstinencia. Para evitar estos problemas, es importante que la persona siga las instrucciones del médico, dejar antes de tiempo una medicación puede hacer que no sea efectiva o por el contrario tomarla más tiempo del prescrito puede ser perjudicial.
A manera de conclusión diré que si tenemos una actitud adecuada ante los problemas cotidianos y somos equilibrados a la hora de enfrentarnos a ellos, buscaremos ayuda cuando sea necesario, y usaremos correctamente los fármacos que nos prescriban, sin caer en el uso y abuso indiscriminado de “píldoras” cual panacea capaz de solucionar cualquier problema.
Gracias por el artículo, me parece muy interesante, yo desgraciadamente llevo una temporada tomando ansiolíticos y tengo miedo a dejarlos, no sé qué hacer.
ResponderEliminarTe sugiero vayas al médico y le comentes cómo te sientes, puede que te reduzca la dosis, la cantidad de pastillas que tomas, o para tomar en días alternos. También te ayudaría ir al psicólogo y hacer una terapia, te dará herramientas para superar tus problemas, cambiar tu actitud, pensamientos inadecuados ... Espero consigas salir de esa situación.
ResponderEliminarLos beta blokeantes del DSR distrofia simpatica refleja son efectivos .ho soy como un raton de lavoratorio
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