En el trabajo, en nuestras actividades diarias, desde gestiones bancarias a relaciones sociales..., nos vemos casi obligados a utilizar uno o varios de estos dispositivos electrónicos. No cabe duda que obtenemos enormes beneficios del uso racional de la tecnología y nadie negaría sus ventajas, pero como en casi todo en la vida, en el equilibrio está la virtud.
Ya hace varios años Enrique Echeburúa, Catedrático y Doctor en Psicología decía: “Aunque las redes sociales, internet y las nuevas tecnologías en general tienen efectos positivos en varios ámbitos, pueden generar altos grados de adicción y dependencia” y añadía que "Las nuevas tecnologías son fantásticas, no se trata de demonizar lo que son. Nos facilitan la vida, pero de todo se puede hacer un mal uso. Tenemos que marcar límites”.
Dentro de las adiciones tecnológicas, se dan distintos tipos: a internet, a las redes sociales, a los servicios de mensajería como WhatsApp, todos ellos tienen en común la necesidad de estar conectado de manera constante. ¿Dónde está el problema? ¿Por qué sucede? recuerdo las palabras de Schopenhauer “El instinto social de los hombres no se basa en el amor a la sociedad, sino en el miedo a la soledad”, tal vez es el miedo a estar sólo, lo que hace que muchos jóvenes y adolescente de pasen horas y horas navegando incluso hasta altas horas de la madrugada, no apagando su teléfono, dejándolo en vibrador para oír cualquier mensaje que les llega.
Gracias a sus habilidades y conocimientos de los nuevos productos, son los jóvenes quienes se ven más afectados y tiene mayor riesgo de caer en dependencia y adicción de estos artefactos. De ahí la importancia de que padres y educadores, limiten la exposición que tienen los menores a estas tecnologías. Además habría que seleccionar dispositivos básicos para los niños, que les permitan comunicarse con sus padres, pero no demasiado potentes, a más edad y madurez se podrá aumentar la potencia de la tecnología de que disponen.
Para evitar la dependencia, hay que aprender a desconectarse, esto es algo que todos debemos aprender, es habitual ver personas con varios dispositivos móviles, los personales y los del trabajo, cada vez se hace más habitual, estar permanente conectados, manteniendo los equipos conectados fuera de horas de trabajo, muchos jefes esperan que sus empleados estén disponibles las 24 horas del día, a través del correo, el móvil u otros servicios de mensajería. Se necesita una disciplina personal, para limitar el tiempo que usamos los equipos informáticos, tanto en lo profesional como en lo personal. Lo contrario nos sometería a un continuo ya sea de trabajo y/o de conexión social, impidiendo el adecuado descanso y la posibilidad de ocuparnos de otras actividades, centrando nuestra atención plena.
Pregúntate ¿es verdaderamente urgente que haga esto o aquello?, ¿necesito saber en cada momento qué está sucediendo?, ¿qué ocurriría si leyese ese mensaje más tarde? … los que acumulamos varias décadas podemos mirar atrás y recordar cómo eran las cosas antes, cuando no existían dispositivos móviles, ni ordenadores en el hogar. Las familias y los amigos, también hablaban y hacían cosas juntos, incluso se enviaban cartas de unas ciudades a otras que tardaban varios días en llegar. Las empresas realizaban sus negocias y el mundo seguía funcionando aunque a otro ritmo diferente.
Los humanos somos seres sociales por naturaleza, necesitamos establecer relaciones con nuestros iguales, el disponer de buenas relaciones familiares y amistosas, nos enriquece como personas y nos produce gran satisfacción. Lamentablemente, en muchos casos, el uso abusivo de los redes, ha desplazado las formas tradicionales de relacionarse, creando listas centenarias de amigos virtuales en la distancia, mientras descienden los amigos cercanos, reales y los encuentros en vivo. La comunicación mediante dispositivos electrónicos, debería complementar y facilitar las relaciones, pero nunca debería sustituir y reemplazar las comunicaciones personales y en vivo.
Haz la prueba, apaga tu ordenador cuando no lo estés usando, desconecta tu móvil al acostarte, deja tus dispositivos del trabajo en un cajón, apagados y resiste, no los mires cada 5 minutos, al principio te costará, luego cada vez te será más fácil, ganarás tiempo y tranquilidad.
No sabemos lo que nos deparará el futuro en lo que a las tecnologías de la comunicación respecta, aunque seguro que todavía nos sorprenderá con grandes avances, no obstante nada podrá compararse a mirar a los ojos de quien amas, a contemplar una sonrisa cercana, al sonido de una voz amiga a nuestro lado, a la sensación de una caricia o al consuelo de un abrazo.
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